Poblaciones que se visitan:
Espinosa de Cerrato, Cobos de Cerrato, Palenzuela y Villodrigo.
Esta ruta discurre por las riberas del Río Franco. Se trata de uno de los ríos más autóctonos del Cerrato Castellano, ya que nace y muere dentro de su espacio geográfico.
Sea como fuese, el Río Franco en su corto recorrido - poco más de veinte kilómetros - juega a ser unas veces palentino y otras veces burgalés.
A escasa distancia de su nacimiento el río Franco ya da vida a una antigua población: ESPINOSA DE CERRATO, que en el siglo XII se denominaba "Espinosa de Rio Franco". Hoy, su curso hidrológico "lame" los pies de su casco urbano que se descuelga por la ladera de un "cotarro", al que horadan infinidad de bodegas-cueva. La posición empinada de sus calles, hacen de él uno de los lugares más pintorescos y atractivos del Cerrado palentino. Sus calles ascienden retorciéndose hasta su antigua iglesia parroquial de San Martín, la cual en origen fue gótica del siglo XIII.
El río Franco abandona el acogedor rincón de Espinosa de Cerrato, despidiéndose antes de su ermita de la Virgen del Sauco. Diez kilómetros más, y con la cada vez más ancha cuenca del río, nos espera la villa cerrateña de COBOS DE CERRATO. Durante la Edad Media, a Cobos se le nombraba como "Cuevas de Río Franco y Cuevas de Seglares", y de aquel pasado rupestre todavía pueden verse algunas viviendas excavadas en las margas yesíferas, con cuya explotación se ganaron la vida sus habitantes. Su iglesia parroquial está dedicada a San Román; siendo un digno ejemplar plateresco fechado en el siglo XVI, apeada contra el roquedal que protege al pueblo y sobre el cual se instalan sus tradicionales bodegas y un singular mirador.
El río Franco rodea a la villa y la abandona por fértil vega. Muy cerca, entraremos en los incomparables parajes de San Juan de los Castellanos, antiguo despoblado medieval en el cual hoy se instala una granja y finca con el mismo nombre. En este lugar podremos admirar regado por todo su territorio uno de los mejores "enebrales" autóctonos de Castilla y León, poblado de los más raros, recios y dignos ejemplares de estos enebros de incienso (Juniperus thurifera), algunos de los cuales llegan alcanzar los quince metros de altura; conformados por copas densas, persistentes y oscuras, capaces de soportar las condiciones climáticas más extremas. Todo un bosque relíctico, recuerdo de lo que fue la vegetación autóctona de la zona. Cuentan las antiguas leyendas que los ataúdes de los abades de los monasterios medievales se construían con esta madera, lo que facilitaba que sus cuerpos permaneciesen incorruptos por siglos, a la vez que perfumaban con sus esencias naturales - ya que es una madera muy olorosa - las lóbregas criptas monacales.
Tras dejar el enebral, cruzaremos el río Arlanza y llegaremos a la N-622, donde giraremos a la izquierda para dirigirnos hacia PALENZUELA (ver Ruta 2), la cual atravesaremos en busca de la A-62 (dirección Burgos) para llegar a VILLODRIGO. Esta localidad descansa sobre la amplia vega del Arlanzón y al pie del antiguo Camino Real. Destaca su iglesia barroca de San Esteban o las ruinas del histórico puente sobre el río, desde el que hace unos años parte la actividad de descenso en canoas por el río Arlanzón.
Distancia